Van Gogh, autorretrato

LA CULTURA, EL CONOCIMIENTO, EL ARTE Y LA CIENCIA. (Van Gogh, autorretrato) JUAN YÁÑEZ, desde San Juan de los Morros Venezuela, les da la más cordial bienvenida...


miércoles, 24 de septiembre de 2014

HUGO CHÁVEZ. La firma del innombrable destructor de Venezuela ahora significa muerte:



Por Elizabeth Fuentes.

                                   Lo que ha hecho Rayma pasará a la historia del humor político en Venezuela. Con una sola línea, destruyó el logotipo más poderoso del gobierno. De hoy en adelante, la firma de Hugo Chávez será el símbolo gráfico de la muerte en un país que dejó en bancarrota.

Elogiar la inteligencia y el talento de RAYMA SUPRANI sería una redundancia. Y mucho más cuando el afecto se atraviesa y podríamos caer en la tentación de meternos a cursi porque, a estas alturas de la admiración, ya no hay manera de escribir sobre ella con la elegancia que se merece.

Pero su última pieza en EL UNIVERSAL, el portazo de adiós que les lanzó en la cara a los aún desconocidos dueños del diario, la va a catapultar a la historia del humor gráfico de Venezuela por todo lo que significa. Con una sola línea, RAYMA destruyó para siempre la firma de HUGO CHÁVEZ y , desde ayer, se le verá asociada a la muerte. Pero no solo a la muerte del sistema de salud en Venezuela, sino a todas las otras muchas muertes que se han esparcido por el país gracias a esa firma.

La firma que tantas partidas secretas firmó, tantos proyectos inútiles, tanta compra de votos y voluntades, la misma firma que a tanto corrupto protegió y enriqueció. La firma que destruyó PDVSA, sentenció a ciudadanos inocentes, catapultó vanidades y cuentas corrientes, amparó injusticias y deshizo el país una y otra vez porque detrás de la firma, solo había un buen actor con ambición de poder.

La firma que, mejor metáfora imposible, aún después de la muerte de HUGO CHÁVEZ, sigue funcionando para abusar, atropellar, callar y, finalmente, despedir a RAYMA. Gesto que, por lo demás, sólo sirvió para hacerla más universal porque ahora la caricatura se paseará por medio mundo para terminarla de posicionar en el imaginario colectivo, como diría Juan Barreto.


Ojala y a algún graffitero osado se le ocurra alargar la firma de HUGO en esos horrorosos edificios de la Misión Viivienda que destruyeron el urbanismo de la ciudad y dejaron allí, para siempre, la marca de lo que fue esa firma en vida: la de un mercader que pagaba el afecto con ladrillos y pocetas.