Van Gogh, autorretrato

LA CULTURA, EL CONOCIMIENTO, EL ARTE Y LA CIENCIA. (Van Gogh, autorretrato) JUAN YÁÑEZ, desde San Juan de los Morros Venezuela, les da la más cordial bienvenida...


domingo, 12 de junio de 2011

LOS ESTUDIANTES MALANDROS


SUCESOS | 01:03 a.m. 12.06.2011 Ultimas Noticias Caracas Venezuela
"Si me raspa la materia,le pego un tiro"
Profesora, ¿usted conoce a Yuleidis?". "¿Tu novia?". "No, profe, así se llama mi escopeta. Abre unos huecos bien grandes en la pared. Si me raspa, la traigo a la clase para que la conozca
"Si me raspa  la materia,le pego un tiro"
(Créditos: UN)
La escena tuvo lugar recientemente en una escuela técnica de Catia, en un salón de quinceañeros repitientes que viven en las barriadas adyacentes. La joven docente, quien prefiere reservar su nombre, no se atrevió a denunciar al agresor en un ambiente de amenaza permanente.


La profesora, con sonrisa trágica, llama a los alumnos de esa sección como "sus malandros". Sabe que algunos van armados. Que no cumplen con las tareas. Los ve caerse a golpes brutales con sus compañeros o intimidar a quienes les dan clases. Ella sólo quiere que termine el año escolar y que le salga el traslado a otro instituto cerca de su casa, en Guatire.


El caso de la profesora del liceo técnico de Catia no es aislado. La agresión de alumnos contra docentes amenaza con convertirse en un fenómeno que se inserta dentro del incremento global de la violencia escolar, según denuncian expertos y representantes del gremio.


Desde el pasado enero, la Federación Venezolana de Maestros (FVM) ha recibido 47 denuncias de profesores que han sido agredidos por alumnos, entre ellos amenaza de muerte, asegura el presidente de esa agrupación, Oscar Alzuru: "Desde hace años venimos denunciando este fenómeno. Pero en los últimos meses se ha incrementado".


Entre los docentes de liceos públicos en conflicto se respira miedo. Mucho miedo. Como el que sintió Nancy, nombre ficticio de una profesora que trabajaba en un instituto en Las Acacias, cuando fue amenazada por la abuela -que no la madre- de un alumno repitiente de 13 años, quien quería inscribirlo fuera de fecha.


"Tengo hijos policías. También hijos malandros. Si no le das el cupo a mi nieto, te mando a pegar un tiro". Así recrea Nancy la amenaza de ese día que le disparó directo a su tranquilidad. Ante la creciente presión de los familiares que se fueron acercando al liceo, debió ser custodiada por otros profesores hasta que pudo huir del lugar sin ser vista.


Nancy estuvo de reposo durante 21 días por trastornos de ansiedad. La denuncia ante el Ministerio Público sólo podía ser presentada por la directora del plantel. Pero esta no lo hizo. Prefirió hablar con la representante del niño, quien negó todas las acusaciones. La agresiva, aseguraba, había sido la profesora.


El episodio terminó por doblegar el temple que Nancy mantuvo durante cinco años en el liceo de Las Acacias. Como coordinadora docente, se había comunicado meses antes con la mamá de otro alumno de quinto año que le juró la muerte a otra profesora. La representante justificó la acción de su hijo: "Él es mayor de edad y sabe lo que hace. Su papá es policía y conoce bien lo que es matar a otra persona".


"El liceo donde trabajo", cuenta Nancy, "está lleno de historias trágicas, de las que quiebran el coraje a cualquiera. Estudiantes armados con navajas o que sólo quieren el título de bachilleres para ser policías y tener una pistola. Suicidas y muertos de bala. Huérfanos de padres asesinados violentamente. Mudanzas del barrio por condenas de bandas delictivas. Adolescentes embarazadas. Menores de edad viviendo con mujeres y criando muchachos. Niñas que se hieren con golpes salvajes. Sin mencionar el consumo y tráfico de drogas".


Pupitres a la cabeza. Aunque los conocedores advierten que las agresiones de alumnos contra profesores no es nueva, el tema trascendió de las aulas y del patio de recreo el pasado abril, cuando Robert Jerez Aguilar, un profesor de 28 años del Liceo Bolivariano de Formación Cultural Fermín Toro, llegó a la medicatura forense de Caracas con lesiones severas en la cara y el ojo derecho.


Los autores de las heridas fueron cinco alumnos del último año que, uniformados y encapuchados, irrumpieron en una clase que dictaba el docente, lo golpearon ferozmente y le lanzaron un pupitre y un busto de Andrés Bello. También, detonaron una bomba lacrimógena y dejaron el aula cerrada con el profesor lastimado en el suelo.


Antes de Jerez Aguilar, ya se conocían ocho casos de profesores intimidados por estudiantes en la otrora emblemática institución educativa.


Después de ese episodio, el acceso al Fermín Toro fue reforzado. Lo custodian casi 30 personas encargadas de la seguridad del plantel cercano al Palacio de Miraflores. Últimas Noticias intentó en vano obtener la versión de la Dirección sobre el manejo de la violencia dentro del recinto. Sólo el Ministerio de Educación está autorizado para dar entrevistas.


Jerez Aguilar no volvió más al Fermín Toro. Se conoció que fue trasladado a otra zona educativa en el interior del país.


Ya no son taquitos. La organización Cecodap, que vela por los derechos humanos de la niñez y la adolescencia en Venezuela desde hace 27 años, no cuenta con un estudio que mida el incremento cuantitativo de la violencia en las aulas durante los últimos años.


Pero se orienta por el número de peticiones de talleres sobre el manejo de la violencia escolar que recibe cada semana: un promedio de cinco solicitudes por parte de las instituciones públicas y privadas.


"En los 54 colegios con los que trabajamos siempre hay al menos un relato de docentes agredidos por los alumnos", comenta Oscar Misle, director y cofundador de Cecodap. "En la escuela se reproduce la violencia que vive el país, pero a menor escala".


Los golpes, los insultos y las amenazas se apoltronan en los pupitres. Un estudio sobre la violencia escolar del Centro Gumilla (2009) revela que 63% de los maestros ha presenciado hechos violentos en los planteles.


Pero los ataques de estudiantes a profesores aún no son mayoría dentro del espectro de las agresiones dentro de los planteles. Según la investigación del Centro Gumilla, 7% de los profesores consultados aseguran haber sido agredidos por alumnos entre una y tres veces. Sólo 5% se ha sentido ocasionalmente intimidado o rechazado.


Pero el aumento de la violencia es una realidad, confirma Alzuru. "Es inherente a la pérdida de valores, no sólo del entorno familiar y las instituciones educativas, sino de toda la sociedad. El muchacho ya no respeta la figura del profesor. Ahora sacan una pistola para que les pase una materia".


Para Nancy, la profesora que se retiró del liceo de Catia por amenazas, la figura docente era respetada por el grupo familiar hace 15 años. "Hoy en día, dejó de ser respetada por los estudiantes y sus representantes".


A criterio del presidente de la FVM, una de las razones de la ola de violencia es la eliminación de los departamentos de orientación por parte del Ministerio para la Educación, que constituían equipos multidisciplinarios que apoyaban a los docentes de área".


Algunas iniciativas responden al incremento de los planteles violentos. Tal es la creación de organizaciones como la Cátedra contra la Violencia Escolar (Caprevie), que desde hace dos años contribuye a la preparación de docentes para prevenir o controlar la agresividad en la comunidad escolar, explica su fundadora y directora, Mariam Barre. Conscientes de que los docentes no están preparados para manejar el problema, trabajan en alianza con otras instancias que manejan la materia y forman parte de la red de convivencia escolar.


Jesús Machado, investigador del Centro Gumilla, recuerda que se trata de un fenómeno muy complejo que no se puede limitar a la relación entre alumno y profesor. "Se intercambian roles entre víctimas y victimarios. También ocurre el caso contrario, o entre estudiantes o bandas de delincuentes. Son distintas expresiones de la violencia en la comunidad escolar como reflejo del país y de cómo se resuelven los conflictos familiares".


Para Alzuru, no es suficiente la alianza de las organizaciones. El Estado debe diseñar políticas para controlar la violencia en las aulas; un plan que incorpore no sólo al personal docente y a los representantes, sino otras instancias como los consejos comunales y universidades. 

EL BLOG OPINA
                                    Los malandros han evolucionado; ahora se interesan por la educación. Era regla que en tiempos pasados la delincuencia se acercara a las escuelas, liceos y universidades para robar. Ahora las cosas han cambiado; quieren los títulos y los certificados de estudio, pero no a costa de esfuerzos sino que se los den a juro o más propiamente a punta de escopeta. Así estamos y así seguiremos mientras el gobierno solo se ocupe de hablar paja, prometer, engañar y conseguir como sea su reelección..