Van Gogh, autorretrato

LA CULTURA, EL CONOCIMIENTO, EL ARTE Y LA CIENCIA. (Van Gogh, autorretrato) JUAN YÁÑEZ, desde San Juan de los Morros Venezuela, les da la más cordial bienvenida...


miércoles, 13 de abril de 2016

Al Límite // El Estado comienza a perder sentido; por Luis García Mora



Por Luis García Mora | Caracas, Venezuela. 10 de abril, 2016

Se rompen los diques del comportamiento y del orden social. De la legalidad en todos los niveles. Desde el Alto Gobierno (qué tristeza) hasta las desasistidas barriadas de Caracas y del resto de las ciudades del país.

Navegamos en un estado de confusión, de alteración. Especialmente del orden público y social, en esta mezcla informe de revolución, rebelión y revuelta. De disturbios y sublevaciones públicas y de agitación sin propósito definido.

Desde quienes siembran la confusión y se levantan contra la autoridad, pasando por el desobediente y el indócil, hasta el delincuente y el asesino. Es el presente tumultuoso y caótico mezclado con una supuesta visión cosmogónica e histórica, convertida en acto o, como decía Octavio Paz, violencia lúcida.

Como Chávez con su intento de golpe de Estado del 4 de Febrero del 92, Maduro hoy, en su deseo de realizar cambios constitucionales sin cambiar la Constitución, actúa desde los órganos del Estado. Con un grupo militar, dadas las recientes declaraciones del ciudadano ministro de la Defensa, general Padrino López que, de acuerdo con Control Ciudadano, constituyen un atentado contra el poder legítimo, como lo es la soberana Asamblea Nacional, electa mayoritariamente con el voto del poder popular.

Y más grave: en este devenir continuo de desobediencias institucionales en las que el Tribunal Supremo se alza y se alzan además la Contraloría y la Fuerza Armada y sus componentes, al oficialmente instruirles a sus jefes que desobedezcan las soberanas citaciones del Parlamento en contra de lo establecido en la Constitución y las leyes, se está dando comienzo a la sucesión de faltas que amenazan la estructura del Estado mismo.

El voto comienza a perder sentido.

Las instituciones soberanas comienzan a perder sentido.

Y a perder sentido el Estado mismo.

Los hechos dictan sus consecuencias. El bailoteo a que se está sometiendo el aparato legal constitucional manipulándolo hacia todos lados según convenga, está siendo espejeado por los diferentes sectores de la sociedad, que también comienzan a saltarse la ley a su manera.

Desde el Alto Poder se está consumando –voluntaria o involuntariamente– la ruptura de los pactos de convivencia.

Y lo peor, comienzan a no sentirse las desemejanzas entre este accionar casi delictivo –del verbo latino delinquere, que significa abandonar, apartarse del buen camino, alejarse del sendero señalado por la ley– que intenta desconocer olímpicamente la esencia constitucional democrática de nuestra soberanía como pueblo.

Con su peligrosísimo y evidente impacto simbólico y multiplicador en los diferentes estamentos de la sociedad venezolana, particularmente en las inmensas barriadas de Caracas y el resto de las zonas urbanas del país, donde hoy está campeando sin control el hambre, la miseria y la muerte, con la constante violación de la ley y la vida, por esta reciente e increíble expansión de las redes delincuenciales. Redes que están pasando a dominar nuestras propiedades y nuestra cotidianidad, dentro una espiral tan vertiginosa como la inflacionaria y donde, por ejemplo, un nuevo líder del Cementerio y El Valle en Caracas, alias “Lucifer”, es capaz de imponer un toque de queda.

Es la descomposición.

Y el espejeo es alucinante.

Según el viejo sabio sacerdote Alejandro Moreno, (con sus más de cincuenta años sumergido en Petare), los perfiles del delincuente venezolano son los mismos de los gobernantes actuales.

“No asumir ninguna responsabilidad por los propios actos; afirmar su yo sobre y contra todos los límites; lenguaje centrado en el yo; los problemas vividos siempre como el yo, nunca como de los demás; y la búsqueda del dominio y el protagonismo siempre y en todo”.

Y para convencernos sólo bastaría echarle un ojo a la memoria de aquel “Aló Presidente” mesmérico de Chávez o las agobiantes cadenas o programación continua del presidente Maduro o de Cabello, para sentir los signos evidentes de claustrofobia de un mundo centralizado en sí mismo.

La implantación por años y años del mensaje del poder como valor único, por encima de todo y de todos.

Del Estado soy yo. De un Estado-Gobierno-Partido que en la fantasía de cualquier Steven Spielberg dibujaría el personaje de un mega-pran, que crea sistemas paralelos al margen de una legítima gobernabilidad, rebelde a toda forma racional –nacional e internacional–  de control.

Un Estado que cada vez se parece más al delincuente violento. Que culpa a los demás de sus errores y desviaciones, y se relaciona campechanamente con el sector transgresor de la población.

Un Estado que se alimenta ideológicamente y materializa sus distintas acciones dentro de otras distorsiones sociales, fomentando el estilo de malvivientes fanáticos que ensalzan la violación de la propiedad privada como un logro o apedrean un canal de TV independiente o impiden, con el uso de la violencia, una marcha opositora.

Atravesamos este difícil trance sin ninguna orientación de poder sabia, madura, civilizada.

Observamos pasmados que no hay Estado, o peor, que el Estado efectivo es el que imponen los grupos criminales. Que hay dos sectores de la sociedad que nunca se han comunicado. El que, como dice el padre Moreno, representa al del cerro, y el otro, que representa al del edificio. Y que lo primero que nos viene a los ojos es la drástica disminución de la edad de estos preadolescentes victimarios y víctimas.

Está naciendo una red de pequeños ejércitos.

Un verdadero Estado debajo del Estado formal, ineficiente y vacío, que rige la conducta y la manera de vivir de las personas.

Motivado fundamentalmente por el dinero (que los amos del régimen saquean casi públicamente y lo exhiben en esta Venezuela que es percibida ya como el país más corrupto de América Latina). Y por un respeto y prestigio cimentado sobre el que más tiene, el que más roba y el que más intimida.

Sobre el miedo.

La Policía Nacional Bolivariana atraviesa una crisis estructural. Asesinan a tiros y posteriormente queman al jefe de la Brigada Motorizada de Policaracas.

Asesinan a un PNB junto a su esposa y luego los queman frente a sus hijas. Las autoridades sostienen que la familia fue secuestrada en El Paraíso, cerca de la Cota 905.

Masacre: Diez muertos deja guerra entre bandas en El Valle.

150 hombres de tres grupos llegaron para acabar con la banda de “Franklin, El Menor”.

ADENDA

Toda nuestra historia ha estado signada por la visión pesimista que nuestras élites tienen del pueblo venezolano. Y ese pesimismo ha sido radical hasta en El Libertador Simón Bolívar.

Para él el venezolano no está incapacitado sino estructuralmente inhabilitado para la modernidad. No puede ser moderno. En consecuencia, lo que está planteando es cambiarlo o eliminarlo.

Un pensamiento que ayudó a crear una modernidad “compasiva”, de herencia hispana y católica, que intentó incorporar al venezolano al estilo de Copei, junto a otra visión “comprensiva” al estilo de AD.

Y el cambio que llega con la “modernidad” de la izquierda cabalgando sobre Chávez quiere “transformar” (no incorporar) al venezolano, para buscar ese “hombre nuevo” ¿hegeliano?, en un proceso que obliga a la eliminación de lo anterior para producir, como dice Alexander Campos, “algo nuevo en la síntesis de los contrarios, donde no quede ni lo nuevo ni lo viejo”.

Por eso quienes llegaron con Chávez quisieron acabar con todo para producir algo.

Y hoy, para quienes aún sobreviven alrededor del presidente Maduro (imagino a Jaua, Jorge Rodríguez, etcétera), su revolución es sin duda un pensamiento, una cosmovisión o “visión del mundo” o Weltanschauung. Y por eso la confrontación es tan importante como respuesta. Que es la raíz pesimista del problema.

No los van a convencer con el diálogo.

Como élite ellos también ven al venezolano desde una modernidad antigua. Nunca se han considerado parte del pueblo venezolano, sino otra cosa. Y además destinados a dirigir esto a un destino mucho mejor “para él”.

De manera que el problema es que la izquierda que entra al Gobierno con Chávez no plantea la incorporación del pueblo a un proyecto de modernización, porque estructuralmente el proyecto no puede ser moderno. El “nosotros” para ellos es el lumpen.

Pero no pueden realizar su proyecto sin una noción de pueblo.

Y en este sentido, me dicen que para Rigoberto Lanz, uno de sus ideólogos, en el pueblo se concentraba “todo lo que nosotros debemos eliminar para ser modernos, todos los vicios que ustedes están alabando”.

Y como quien valoró esa posición asistencialista comprensiva del pueblo fue AD, por ello Chávez jamás le perdonó –ni los que sobreviven con Maduro– haber colocado al pueblo en posición de Gobierno, haberle dado valor.

Dos coincidencias entre Gobierno y oposición: el menosprecio del pueblo. De ahí la desconexión ante la crisis.

¿Y qué ha pasado? Que en este momento ese 76.5 de pobreza se ha dado cuenta de que el chavismo los consideró una simple excusa, un comodín. No su razón de ser.

Que la palabra pueblo sirve a los transgresores como la gran justificación que los hace impermeables a la justicia.

El pueblo como escudo entre la Justicia y el ladrón. Más el otro escudo, muy resbaloso e inasible, al que se recurrió en los barrios y las cárceles: el malandraje. Ese enemigo a quien temen los ciudadanos y que está comenzando a jugar un papel muy extraño.

Se dice que hace dos años aquí rompieron el pacto con ese “pranato” nacional y aquel está formando hoy un Estado por su cuenta. De ahí la feria de pandillas, equipadas con el armamento más sofisticado en calles, avenidas y territorios. Con masacres sucesivas. Una verdadera guerra urbana que se solapa en la mirada de las autoridades.

Como por ejemplo en El Valle. Según la periodista Angélica Lugo, los graffitis marcan el territorio en la parte baja del sector Cerro Grande del barrio 19 de Abril. Incluso los funcionarios de Policaracas y de la Policía Nacional respetan las áreas delimitadas por la banda Carro Loco, que mantiene cercados a los vecinos de la zona.

Se dice que estamos en plena formación del GGV (Gran Grupo Violento) que ya tiene un eje que domina el gran Centro Norte Costero desde Anzoátegui hasta Puerto Cabello, conformado por 3 grandes grupos: 1) El de “Lucifer”, que domina el eje desde El Cementerio hasta Coche, 2) El “tren (imagen que significa la agrupación de varios vagones) de Aragua y Carabobo”, cuyo límite jurisdiccional es Tejerías. Y 3) “La hermandad del Picure” (la cabeza que ha imaginado todo esto), desde el Norte del Estado Guárico hasta Ocumare del Tuy. Organización criminal que, según, maneja una nómina de más de 100 millones de bolívares semanales.

Imagine el trabajo delincuencial necesario para mantener esos volúmenes.

Y ¿quién les dio el germen (militar, ideológico) para empezar esto?

Las “Zonas de Paz”.

Como en una novela de James Ellroy, “Lucifer”, gran unificador de las “mega bandas” de El Valle, Cota 905 y El Cementerio, está pagando en dólares por policía muerto.

El Estado no existe ni en el papel.

Y el gobierno hace que el voto comience a perder sentido. Que las instituciones electas, que el estado mismo comience a perder sentido.


Los hechos dictan sus consecuencias.

jueves, 7 de abril de 2016

Stalin mató de hambre a siete millones de ucranianos


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5 de abril de 2013
Stalin mató de hambre a siete millones de ucranianos
Ha sido uno de los mayores crímenes de toda la historia: el exterminio deliberado, por hambre, de siete millones de ucranianos. Fue una decisión política de Stalin, que pretendía así “disciplinar” al díscolo campesinado de Ucrania

La palabra Holodomor proviene del ucraniano, y significa matar por hambre. El término fue utilizado por primera vez por el escritor Oleksa Musienko en un reportaje presentado a la Unión de Escritores Ucranianos de Kiev en 1988.

Stalin mató de hambre a siete millones de ucranianos
En el cuarto sábado del mes de Noviembre, en Ucrania y en las comunidades ucranianas de todo el mundo, se conmemora el acontecimiento y se rinde homenaje a las víctimas del Holodomor. 

Hablando de la Ucrania de hoy, se suele mencionar su excepcional potencial agropecuario, debido a las grandes reservas de sus fertilísimas tierras negras, muy importantes a escala europea y también planetaria. No en vano se la llamaba "el granero de Europa", siendo, a comienzos del siglo pasado, uno de los mayores productores de trigo en el mundo. Por eso es difícil concebir que este país y su pueblo hayan quedado en el ojo de tormenta de la mayor catástrofe mundial del siglo XX, y la mayor de la historia de Ucrania, maquinada como genocidio por hambre. Durante los años 1932/33 murieron, por esta causa, de 7 a 10 millones de personas. El número exacto de víctimas aún no ha podido ser determinado por historiadores y demógrafos, ni tampoco sus tremendas consecuencias sobre las posteriores generaciones. Para ponerle rostro humano a la tragedia baste señalar que, a finales del verano de 1933 y sólo en la región de Kiev, se registraron en torno a 300.000 niños huérfanos sin hogar; un mes más tarde dos tercios de estas criaturas (200.000) ya se dieron por muertas.

La muerte por inanición es una de las más espantosas que se puedan afrontar. Representa, a la vez, la prueba más palpable del carácter criminal del comunismo. Porque la orden de someter a la población civil ucraniana a una hambruna “artificial” partió de las tripas -malditas y bien repletas- del Kremlin. No es propaganda, sino una terrible verdad sacada a la luz por los historiadores y reconocida como tal por todos los países civilizados y las Naciones Unidas.

La plaga del hambre no se desató en Ucrania por sequías, inundaciones, incendios o cualquier otra causa natural. Se desató por odio. Según atestiguan los archivos oficiales de la época, en los momentos previos al terror Ucrania contaba unas enormes reservas de trigo que, por sí mismas, habrían paliado cualquier efecto que sobre la población hubiera sobrevenido por pérdida de las cosechas. Sin embargo, el Gobierno comunista ordenó la venta de esas reservas al exterior y prohibió cualquier intercambio comercial entre zonas rurales, lo que impedía en la práctica el abastecimiento de alimentos en las aldeas.

¿Cómo pudo ocurrir tan horrible crimen sin que haya habido resistencia armada del pueblo afectado y sin que la opinión pública internacional tomara cartas en el asunto?

Con la caída del imperio zarista en 1917, Ucrania, después de sucesivos y correlativos pasos políticos, proclamó su total independencia el 22 de enero del año 1918. Es reconocida por muchas naciones del mundo, incluyendo el gobierno bolchevique de Lenin. 

Después de una corta pero cruenta lucha libertadora en el "cuadrángulo de la muerte", la mayor parte del país quedó incorporada en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), mientras sus territorios occidentales eran repartidos entre Polonia, Checoslovaquia y Rumania.

Ya dueño absoluto del poder en la URSS, en 1928, Stalin aplica su plan quinquenal destinado a convertir el país en un "paraíso terrenal". Todo impedimento para su realización debería ser eliminado. El individualismo ucranio era un obstáculo. Así comienza la era del terror contra la Iglesia y la dirigencia nacional ucrania. Se arrestan, fusilan o deportan a Siberia millares de líderes religiosos e intelectuales, científicos, estudiosos, artistas y poetas.

En 1930, se ordena que la colectivización de la tierra deba ser completada, a más tardar, en dos años. Las tierras de los kulaks y todas sus pertenencias son confiscadas por el Estado. Miembros de choque del partido comunista son traídos de las ciudades para "ayudar" en la colectivización. El que se opone es denunciado y deportado. Los impuestos, pagaderos en granos, se aumentan exageradamente, obligando así a los campesinos a incorporarse a las granjas colectivas, donde estos impuestos son tres veces menores.

El aniquilamiento físico masivo de los agricultores ucranios, por medio del hambre artificial, fue un consciente acto terrorista de un sistema político contra gente pacífica, a cuya consecuencia desapareció no sólo una numerosa capa de prósperos y libres campesinos-empresarios, sino también varias generaciones de la población rural. Fueron socavadas las bases sociales de la nación, sus tradiciones, su cultura espiritual y autóctona.

Según el conocido científico estadounidense James Mace: "La colectivización forzada fue una tragedia para todo el campesinado soviético, pero para los ucranios fue una tragedia en particular. Tomando en cuenta la casi total destrucción de las elites urbanas, la colectivización representaba su aniquilamiento como organismo social y factor político.

Por orden del gobierno se prohibía todo tipo de comercio en las aldeas, se impedía el abastecimiento de productos alimenticios, se perseguía y se condenaba a diez años de prisión (que en la Rusia de la época equivalía a una muerte segura) o fusilamiento cualquier forma de utilización de pan como pago por el trabajo, en las regiones que no hubieran cumplido con las cuotas establecidas de entrega de granos. 

En la primavera de 1933 el Holodomor llegó a su punto culminante. Murieron de hambre 25.000 personas por día, 1.000 por hora y 17 seres humanos por minuto. Probablemente, tomando en cuenta los resultados del censo poblacional del año 1937, la pérdida de vidas como consecuencia del agotamiento físico total, del tifus, de envenenamientos gastrointestinales, canibalismo, represiones, suicidios, debido al desorden psíquico y colapso social, representaba, en el territorio de Ucrania, a ocho millones de personas, aproximadamente.

Por su direccionamiento antiucranio y por la magnitud en su aplicación, el Holodomor de los años 1932/33 se reveló como el arma más terrible de destrucción masiva y de esclavización social de los campesinos, utilizada por el régimen totalitario.

A pesar de su extraordinaria crueldad, el caso ucraniano no fue más que un capítulo del terror comunista en el mundo, que los historiadores cifraron, en 1998, en unos 100 millones de muertos acumulados a lo largo de su sanguinaria historia.

Fuentes:
http://segundaguerramundial.forogratis.es/genocidio-de-ucrania-en-la-segunda-guerra-mundial-t7861.html
http://unionhispanoamericana.wordpress.com/2007/10/23/stalin-mato-de-hambre-a-siete-millones-de-ucranianos/

Fotografías:
http://talcana.blogspot.com.es/2011/12/holodomor-el-genocidio-olvidado.html
http://ucraniabierta.blogspot.com.es/2011/09/hambruna-en-ucrania-1932-1933.html
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