Van Gogh, autorretrato

LA CULTURA, EL CONOCIMIENTO, EL ARTE Y LA CIENCIA. (Van Gogh, autorretrato) JUAN YÁÑEZ, desde San Juan de los Morros Venezuela, les da la más cordial bienvenida...


lunes, 27 de mayo de 2013

Cae ‘La Hojilla’, el programa de televisión favorito de Hugo Chávez

El conductor de 'La Hojilla', Mario Silva. /A. C. (EFE)

El espacio televisivo es el primer damnificado por una grabación, difundida por la oposición, que revela divisiones en el chavismo


Aunque el Gobierno de Nicolás Maduro no ha reaccionado con una declaración oficial a la explosiva conversación desvelada por la oposición venezolana, que evidencia la fractura de la sucesión de Hugo Chávez entre un ala procubana y otra militarista, sus primeras decisiones ya se han hecho sentir. De momento el primer descabezado es el presentador del programa La Hojilla, Mario Silva, uno de los protagonistas de la escucha. En la madrugada venezolana del martes el conductor ha afirmado que su espacio, que se mantuvo al aire durante nueve años, saldrá de la parrilla de programación del canal Venezolana de Televisión (VTV) para atender un problema de salud.
En el plano institucional, el Gobierno sí ha conservado su espíritu de cuerpo monolítico haciendo suya quizá la petición de unidad hecha por Hugo Chávez en su última proclama pública. La mayoría chavista en la Asamblea Nacional, que este martes se reunió después de 21 días sin sesiones, tras una reyerta entre diputados, ha negado cualquier posibilidad de referirse el audio dado a conocer el lunes al mediodía. El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, aseguró que el Parlamento no investigará "chismes". Y la Fiscal General de la República, Luisa Ortega Díaz, dijo que su despacho tampoco indagará sobre la grabación.
Mario Silva luce entonces como el gran damnificado. Fue una salida elegante a un escándalo de proporciones que aún están por establecerse, que ha pegado hondo y duro dentro del chavismo, acaso porque revela lo que hasta ahora eran meras especulaciones de analistas y periodistas, y refiere hechos puntuales de corrupción. Silva fue hasta la noche del lunes el presentador estrella de la televisora estatal, un hombre que tenía licencia para asesinar moralmente a los dirigentes políticos, periodistas y activistas opuestos a la llamada Revolución Bolivariana. Las groserías más gruesas jamás dichas en la televisión venezolana se le escucharon a este personaje, un matón en imagen de alta resolución con privilegiados contactos en los servicios de inteligencia venezolanos y cubanos que le permitían presumir de una habilidad de investigador.
La Hojilla era el programa favorito del presidente Hugo Chávez. A menudo el comandante presidente solía llamar para dar alguna noticia, o para aupar a Silva en su labor de destructor de credibilidades ajenas. A cada ataque o queja de la oposición Chávez respondía con un “Mario, siga investigando”. Ese espacio, que comenzó criticando la cobertura de los medios privados, se convirtió en la arena donde se linchaba sin piedad: por allí pasaron Miguel Henrique Otero, presidente editor del diario El Nacional, a quien llamó “hijo de puta”; el excandidato Henrique Capriles Radonski al que calificó de “asesino” por las muertes ocurridas después del anuncio de los estrechos resultados de las elecciones del 14 de abril; la diputada María Corina Machado, cuya conversación con su madre fue editada para hacer ver que el atentado que sufrió en el 23 de enero durante las primarias de la oposición fue una mentira orquestada por su equipo; o el exdirector de Globovisión, Alberto Federico Ravell, presentado a la audiencia como un narcotraficante.
La oposición, que solía descalificar todo lo dicho por Silva, ha pedido ahora que el Gobierno investigue lo que se escuchó en el audio. El diputado Ismael García aseguró que al margen de creer o no al conductor, el Ejecutivo estaba obligado a comprobar cuán ciertas son esas revelaciones, hechas a un presunto oficial cubano del servicio de contrainteligencia llamado Aramis Palacios. Entretanto, Capriles dijo que al escuchar todo lo que se decía, se persignó. “¿En manos de quién está este país?”, se preguntó. “Es un botín que se están repartiendo. Esto no es solo un problema económico, sino una profunda crisis moral”, comentó.
La noche del lunes Silva estaba iracundo. Calificó “como un montaje” el audio presentado por la opositora Mesa de la Unidad, dijo estar a disposición de las autoridades locales para cualquier investigación y reiteró su apego al gobierno de Maduro. “Verdugo no pide clemencia y si tengo que inmolarme por la Revolución Bolivariana lo haré con mucho gusto, Si algo me enseñó mi comandante eterno Chávez fue a no ser cobarde”.
Contra su costumbre, Silva prefirió leer su comunicado. Sus últimas palabras en el plató fueron el preludio de una despedida que se antoja definitiva. “Hoy más que nunca siempre con Chávez y Maduro. Hasta la victoria siempre, patria socialista o muerte. Venceremos.


EL BLOG OPINA

                                    Mario Silva nunca habría apostado a un final tan trágico, tan bochornoso y jamás tan certeramente urdido. Se creía un elegido de los Dioses del Olimpo y resultó ser un pobre infeliz, repleto de inmoralidades, detestado por propios y extraños, que hasta la rata más desgraciada del albañal más inmundo se escabulliría de su lado para que no la salpicara la deshonra de sus comentarios. Así sucede cuando olvidamos que las virtudes jamás deben apartarse de nuestro entendimiento y que la Providencia  está siempre atenta y nada escapa a su justicia, consideración y cuidado. No es posible que este bandido que durante nueve años gozó de la dispensa de llevarse todo por delante, de mentir, difamar, agredir, irrespetar de la manera más burda,cruel, infame, malintencionada a aquellos que disientían o que se les estimara enemigos o que su jefe inmediato le ordenara, todo ello ante las cámaras de la televisión estatal. Desde un principio fue un elemento útil para  el régimen, quien lo dejaba hacer  y encima lo instigaba que lo hiciera de la forma más humillante posible. Fue la criatura de Chávez, producto de una indignidad y una vileza inimaginable. Bastó solo una grabación de sus conversaciones con un militar cubano, seguramente lograda por alguien del entorno y divulgada por la maltratada oposición que la presentara a la opinión pública y que destapara una podredura, para nada insignificante. No nos queda duda que ya tendrá este personaje, suficiente tiempo para lamentarse de su falta de prudencia, añorar aquella gloria alcanzada, reflexionar, que es lo que más le valdría y aprender a valerse sin sus 24 escoltas...